Juan Villanueva Rodríguez (Autobiografía)Cajamarca, Julio de 1940. De cómo y por qué usé el seudónimo Bagate. Todas mis obras llevan el seudónimo BAGATE. Ahora creo necesario que mis descendientes sepan porque firmé así. Es una pequeña historia familiar, como tantas en el decurso de la vida. Al narrarle dejo de mencionar los nombres de los personajes por obvias razones, pero Dios saben que existieron. A mis odos llegó una versión por relato de mi padre Don Juan Belisario Villanueva Soto, hace muchos años. Mis ancestros provienen de las cálidas tierras de Piura. Dícese que el padre de mi abuelo fue un hombre con muchas posibilidades económicas y dueño de vastas tierras. Casó con gentil dama a la que quiso mucho. Desgraciadamente el matrimonio no tuvo hijos, cosa que apenó profundamente a la pareja. Pero después de muchos años él conoce a una mujer hermosa con la cual se nutre un idilio del cual nace un vástago, que habría que dar mucho que hablar por su fama como orfebre no sólo en Cajamarca sino también afuera. Muere su idolatrada madre, y en ese trance queda huérfano. El padre convence a su esposa para criar a ese desvalido y logra su anhelo, pues conocida su historia queda integrado al seno familiar con mucho amor y cariño. Desgraciadamente la esposa del padre de mi abuelo enferma del pulmón, y se le recomienda que viaje a la sierra, fijando su residencia en el Distrito de San Pablo, a la sazón la Jauja del Norte. En este terruño se cria mi abuelo en medio del calor y cuidados de su madre adoptiva, quien para cuyo efecto contrata a un indiecito del lugar para que juegue y vigile las travesuras del pequeño. Ciertamente era callejero y cuando se escapaba de casa, su madre de crianza llamaba a gritos al cuidadero y le decía " anda a ver a ese badulaque y tráelo acá". El celoso encargado salía prestamente y al poco regresaba con su detenido y a grandes voces decía "señora acá está el bagate". Está de más decir que era corregido inmediatamente, y el guardían ofrecía rectificarse, pero desgraciadamente no lo hacía, pués siempre al referirse al menor le llamaba bagate, en vez de badulaque. Por supuesto que sus amiguitos del barrio escuchaban que el guardían le decía bagate y ellos también ya no llamaban por su nombre, sino Bagate. Así pues fue creciendo y llevando el apelativo bagate. Llegan a Cajamarca, y el mozo comienza a destacar en joyería, orfebrería en oro y plata. Su prestigio y honradez hacen eco y por cuya razón es contratado para hacer las custodias de las Catedrales de Cajamarca, Trujillo y Piura. Ya nadie conocía a tan prestigiado joyero por su apellido o su nombre, sino se le decía el Maestro Bagate. Muere y mi padre hereda no sólo el oficio sino la fama y el prestigio a la par que el apelativo Bagate. En adelante ya nadie nos llamaban por nuestro apellido materno o paterno, sino los Bagates. Cuando yo sentí la necesidad de pintar tuve que escoger un seudónimo y lógicamente tuve que poner en mis obras Bagate. Ahora me siento feliz de ésta muy pequeña secuela de historia, y mucho más, cuando compruebo que a mis propios hijos les llaman Bagates.
Algunas de mis obras: "Para el Camino" (1930), "El Quispe" (1930), "Las Comadres" (1929), "La Chamiza" (Anterior a 1931), "Gesto de Raza" (Anterior a 1931), "La Gargantilla" (Anterior a 1931), "Día de Difuntos" (1929) y "La Pascana" (1931).
miércoles, 30 de mayo de 2007
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